En cuanto a Caixa Bank, mis padres fueron clientes (más bien de Bankia, con lo que se lo impusieron), y en el momento que me enteré de cómo funcionaban, aligeré para darles de baja, lo cual me resulto, creedme, muy difícil. Siempre faltaba un papel y yo al menos, tardé meses en finalizar el proceso. Efectivamente, antes también, la primera tarjeta era gratuita el primer año. El segundo cambiaba el asunto aunque no recuerdo cómo iba y las comisiones que se sacaban de la manga había que lucharlas mucho para que las quitaran (devolución de lo cobrado en un concepto que ponía «Por ser tú»).
Yo particularmente nunca sería cliente de ninguno de los cuatro grandes bancos. Hoy en día no aportan nada a mayores (a no ser de las famosas promos por domiciliar nómina en las que te tienen cogido por los huevos). Eso sí, a la gente mayor como mi madre, cuesta convencerla para que se vaya a otro. Ese es realmente su target. Yo no lo he conseguido ahora que está en el BBVA desde hace años. Miedo que la meten silenciosamente y pereza, las dos cosas. Lo de la cita previa es vergonzoso hoy en día. Rodeado de comerciales de 25 años vestidos con su corbatita y con cara de interesantes, que están la mayoría del tiempo sin hacer nada, haciendo como que hacen o tomándose un café. Pero para las cosas básicas, búscate la vida ypara una simple gestión pásate tres veces por el banco (hablo siempre de lo que veo por mi madre).
En resumen, todo lo tuyo se lo quedan ellos pero haciéndoles creer que se lo dan al cliente. Todo con olor rancio de traje, corbata y gomina extrafuerte, o maquillaje de marca blanca.